jueves, 31 de octubre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 13,31-35


Evangelio según San Lucas 13,31-35
En ese momento se acercaron algunos fariseos que le dijeron: "Aléjate de aquí, porque Herodes quiere matarte".
El les respondió: "Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado.
Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste!
Por eso, a ustedes la casa les quedará vacía. Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en que digan: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos:

Las postales turísticas no representan bien lo que son las grandes ciudades. En ellas aparecen sus anchas avenidas, sus parques señoriales, sus nobles edificios, sus grandes arterias que se entrecruzan y luego se pierden por el enmarañado bosque de sus barrios periféricos... Pero las ciudades, sean grandes o pequeñas, se identifican sobre todo por sus gentes. Ellas son las que otorgan calidad humana al paisaje urbano. Gentes acogedoras, simpáticas, hospitalarias..., o lo contrario.

La ciudad de Jerusalén, en tiempos de Jesús, poseía el encanto de sus edificaciones, principalmente el templo. En efecto, el templo había sido reconstruido y sólo contemplarlo producía fascinación: sus 180 columnas rematadas por capiteles corintios, sus numerosas puertas, atrios y, sobre todo, su santuario, con una colosal fachada de 30 metros de altura, adornada con mármoles y placas de oro. A todo buen israelita le entusiasmaba la idea de ir a Jerusalén, la ciudad santa. También a Jesús.

Pero Jerusalén no era sólo su templo. Lo eran sus habitantes. Y éstos, a juzgar por las palabras del Señor, eran todo menos acogedores y dignos de confianza: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían!” (Lc 13, 34). Jesús profiere este lamento sobre Jerusalén y, poco después, llora al ver la ciudad presagiando su ruina (cf. Lc 19, 41-44). Son lágrimas y lamentos que le brotan del corazón porque la ama.

Que el Hijo de Dios llore y se lamente nos desvela su condición encarnada. Es un Dios hecho hombre sensible. Ante una imagen tan humana del Hijo de Dios, ¿qué otra realidad -fuerza, poder maligno- de este mundo o de cualquier otro podrá asustarnos?

Creo que tiene mucha razón el autor de la Carta a los Romanos al recordarnos hoy que nada absolutamente podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús. Esto resulta de verdad reconfortante. ¿O no?

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

miércoles, 30 de octubre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 13,22-30


Evangelio según San Lucas 13,22-30
Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén.
Una persona le preguntó: "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?". El respondió:
"Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán.
En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: 'Señor, ábrenos'. Y él les responderá: 'No sé de dónde son ustedes'.
Entonces comenzarán a decir: 'Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas'.
Pero él les dirá: 'No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!'.
Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera.
Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.
Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos:

¿Cuántas veces hemos escuchado frases del tipo: "Este no es de los nuestros" aplicada a inmigrantes que aparecen en nuestra ciudad, a cristianos que no son de nuestra parroquia o movimiento, a hombres y mujeres que escriben en periódicos que no son de nuestra devoción?

El "otro", en cuanto extraño, siempre nos produce desconcierto y a veces temor. Instintivamente tendemos a estar con "los nuestros", con los de nuestra cuerda. Pero eso, que es tan normal, ¿qué gracia tiene? Lo igual busca a lo igual. Pero el conocimiento y el amor sólo avanzan cuando se abren a lo desigual, a lo otro. Así ha hecho Dios queriéndonos a nosotros. Si no reflejamos esto mismos, vendrán "otros" que se sentará a la mesa en el Reino de Dios y nosotros seremos "echados fuera".

¿Serán pocos los que se salven? Jesús no responde a esta pregunta de un periodista aficionado que encontró de camino hacia Jerusalén. Quien se cierra en lo suyo, en lo seguro, se pierde a sí mismo, renuncia a aceptar la gracia que viene de fuera. Esta cerrazón es una condena.

Jesús, miembro de un pueblo que tendía a considerarse el elegido y a cerrarse en su propio orgullo, siempre invita a abrir las puertas. Los que se abren a lo nuevo, a veces, sin caer en la cuenta, pueden recibir a ángeles en su propia casa.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

martes, 29 de octubre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 13,18-21


Evangelio según San Lucas 13,18-21
Jesús dijo entonces: "¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo?
Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas".
Dijo también: "¿Con qué podré comparar el Reino de Dios?
Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos:

Los científicos calculan que nuestro universo debió de "ponerse en marcha" hace unos 15.000 millones de años. Siento un poco de vértigo al teclear una cifra como esta, un vértigo parecido al que se siente cuando uno contempla el cielo estrellado en las noches de verano. Un científico creyente como John Polkingtorne, sacerdote de la iglesia anglicana nos enseña cosas muy interesantes, por ejemplo, cómo compagina el hecho de la evolución del universo con una creación continuada de Dios.

Digo esto porque las palabras de Pablo a los romanos se entienden mejor cuando tenemos un concepto dinámico de la creación. Nada de lo que existe está terminado. El cosmos es una realidad en continuo cambio. Para algunos científicos, todo apunta a una aniquilación total. Caminamos hacia la nada. Para Pablo, sin embargo, la creación de Dios está llamada a ser un mundo nuevo, a participar plenamente de la gloria de Dios. No sé exactamente lo que esto quiere decir. No podría explicárselo con detalle a un astrofísico. Pero sé que contiene una promesa de plenitud. Y quizá es suficiente por ahora. El mundo de Dios no camina hacia el caos sino hacia su perfección.

En la carta a los romanos Pablo nos habla, pues, del macrocosmos. Le gusta lo grande. En el evangelio de Lucas Jesús se fija, más bien, en el microcosmos. Es un enamorado de lo pequeño.

Seguramente conocemos bien las parábolas que nos regala el evangelio de hoy. Un granito de mostaza es el símbolo de todo lo pequeño, incluso del mundo subatómico que tanto atrae a muchos físicos. Pero contiene una fuerza extraordinaria. ¡Parece increíble que de una semilla tan diminuta (más o menos como la cabeza de un alfiler) surja un arbusto de tres metros de altura! La desproporción es asombrosa. El "reino de Dios" es el proyecto de la "desproporción". Este me parece hoy el acento más importante. En el reino de Dios nada responde a nuestros cálculos. Resulta que el más sencillo es el más grande, que un poco de amor transforma más que una vida entera muy productiva pero autosuficiente, que los obreros de la hora undécima cobran lo mismo que los de la hora tercia, ...

Digámoslo con toda la alegría de que seamos capaces: "¡Dios es desproporcionado!". Y sintamos que al decir esto estamos salvándonos de una religiosidad calculadora, hecha a la medida de nuestros ruines intereses personales.

A propósito: no he dicho nada de la levadura "que una mujer toma y mete en tres medidas de harina", pero el asunto va también por ahí.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

lunes, 28 de octubre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 6,12-19


Evangelio según San Lucas 6,12-19
Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles:
Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé,
Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote,
Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón,
para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados;
y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos:

Dale Carnegie, experto en el arte de las relaciones humanas, afirma: “El propio nombre es para cada persona la voz más dulce e importante de su idioma”. Llamar por el propio nombre a las personas es mostrarles que merecen nuestra confianza, que tienen nuestro respeto, que pueden contar con nuestro amor. Llamar a alguien por su nombre es reconocer su identidad más genuina. Es darle la vida.

En la antigüedad, y todavía hoy en las culturas primitivas, el nombre significa lo que en realidad es la persona, o una cualidad -imaginaria o real- que el recién nacido tiene o que se desea que llegue a poseer. En el libro del Génesis, se pone nombre a los seres y se les encomienda una tarea. En la Biblia, el nombre no es algo convencional sino que quiere expresar el papel de un ser humano en el universo, su misión, su porvenir.

¿Qué experimentarían los apóstoles -también Simón y Judas- al escuchar de labios del divino Maestro su nombre? ¿Qué resonancias especiales pudo tener para ellos la llamada de Jesús para ser apóstoles?

La vocación de los apóstoles, recordada por la liturgia en este día, nos remite al momento de nuestra propia vocación como seres humanos, como cristianos, como comprometidos con la causa de Jesús y con la extensión de su obra.

¿Nos sentimos concernidos al escuchar nuestro propio nombre? ¿Qué resonancias (sentimientos, sensaciones, impulsos...) reviste el simple recuerdo de ese momento especial en el que Jesús nos llamó? ¿Hacia qué mayor y renovado compromiso de vida nos empuja?

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

domingo, 27 de octubre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 18,9-14


Evangelio según San Lucas 18,9-14
Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola:
"Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano.
El fariseo, de pie, oraba así: 'Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano.
Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas'.
En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: '¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!'.
Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado".


RESONAR DE LA PALABRA

Nunca desprecies de tu hermano

¿Quién se puede gloriar ante Dios de que es justo? Pues el fariseo de la parábola lo hace sin el más mínimo rebozo. No tiene vergüenza para darle gracias a Dios porque no es como los demás. Se siente diferente. Pertenece a una clase mejor y más alta. Se siente justificado porque ayuna dos veces por semana y paga el diezmo de todo lo que tiene. Dicho en palabras más de nuestros días, porque va puntualmente a misa todos los domingos y contribuye generosamente a su iglesia (claro que dejando bien claro que él es el donante para que todos lo sepan). O porque cumple con todas las normas de la iglesia. No importa que sea un “cumplimiento”, un “cumplo y miento”. No importa el corazón. Lo que importa es que externamente cumple con las leyes. Es “oficialmente” un buen creyente. 

El publicano se sitúa en las antípodas. Es oficialmente un pecador. Todo el mundo lo sabe. Él también. No tiene nada que presentar ante Dios. Basta con recordar la forma como la gente le mira para imaginarse como Dios lo mira también. Pero va al templo. Me hace pensar en algunas de nuestras iglesias donde las prostitutas de la zona, aunque no van a misa, se acercan a horas en que no hay casi nadie en el templo para encender una vela y hacer una oración a algún santo. El publicano se sabe pecador y lo único que hace es pedir a Dios que le tenga compasión. 

Pero como dice la primera lectura, la oración de los pobres, de los oprimidos, de los huérfanos y las viudas, de los que no tienen nada, es como un grito que sube hasta el cielo, atraviesa las nubes y llega hasta Dios. Los que no tienen nada no pueden hacer más que esperar en la justicia de Dios. Porque la justicia de los hombres les ha dejado abandonados. 

Es que nuestro Dios –un poco en contra de lo que dice la primera lectura– es un Dios parcial. Está del lado de los pobres, de los que sufren. Frente a los jueces de este mundo –y jueces somos todos cuando opinamos y juzgamos a nuestros hermanos y hermanas– que suelen escuchar con más facilidad a los que más vocean, a los que más dinero o más poder tienen y desprecian –despreciamos– a los que no tienen nada, Dios, el Dios de Jesús, se pone del lado de los pobres, comprende su situación, sufre con ellos, y mira por su bien.

En la comunidad de Jesús todos somos hermanos. Todos estamos cubiertos por el inmenso amor de Dios. No hay razón para despreciar a nadie. Si alguien debe tener un lugar de privilegio ha de ser el pobre, el marginado, el pecador, aquel al que le ha tocado la peor parte en esta vida. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar a nadie, para entrar en su corazón y decir que es malo?

Para la reflexión

¿Miro a algunos de mis hermanos o familiares con desprecio? ¿Por qué? ¿Es que no tengo nada de que avergonzarme? ¿Cómo me debería comportar con ellos si actuase como lo haría Jesús?
Fernando Torres cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

sábado, 26 de octubre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 13,1-9


Evangelio según San Lucas 13,1-9
En ese momento se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios.
El les respondió: "¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás?
Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera.
¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?
Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera".
Les dijo también esta parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró.
Dijo entonces al viñador: 'Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?'.
Pero él respondió: 'Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré.
Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás'".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos:

Pilatos mandó matar a unos galileos mientras cumplían los actos de culto en el templo. Jesús contesta a quienes le informan: “¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así?

¿O que los que fueron aplastados por la torre de Siloé al caer eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?

Es muy común la creencia de que Dios castiga quien hace algo malo. Y el castigo es más duro cuanto más grave es el pecado cometido. Las desgracias serían fruto de pecados cometidos personalmente o por los parientes. Esta creencia aparece en el evangelio de hoy y en otros pasajes, como el del ciego que nos narra san Juan. Sus discípulos, al verlo, le preguntaron: “Maestro, ¿por qué nació ciego este hombre? ¿Fue por un pecado suyo o de sus padres?” (Juan 9,2).

Las desgracias nos hacen pensar en los peligros que nos rodean y en ese sentido son un aviso que no hay que despreciar. Son ciertamente un castigo cuando esas desgracias ni siquiera nos hacen pensar y ordenar lo mejor posible nuestra vida. Es la inconsciencia del que vive los acontecimientos de la vida como si fueran una película de cine fantástico que nada tienen que ver con su vida y la de sus prójimos. Hay que abrir los ojos a la realidad y no vivir en una “burbuja”.

La vida no dura siempre y si no la sabes aprovechar hoy, mañana no sabes si la tendrás. Es lo que nos enseña la parábola de la higuera, que nos narra a continuación el texto evangélico.

El cristiano ha de vivir en actitud constante de producir buenos frutos. Dios nos ha dotado a cada uno con la capacidad de hacer el bien, de cultivar la justicia y de mantener unas relaciones sanas con los demás y con Dios mismo; pero como dueño y Señor de esas higueras, que somos nosotros, puede exigirnos y pedirnos los frutos correspondientes.

En la lectura de Rm 8, 1-11 encontramos palabras de aliento para seguir este camino de fecundidad espiritual, porque el “Espíritu de Dios habita en vosotros”.

Carlos Latorre
Misionero Claretiano

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

viernes, 25 de octubre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 12,54-59


Evangelio según San Lucas 12,54-59
jesús dijo a la multitud:
"Cuando ven que una nube se levanta en occidente, ustedes dicen en seguida que va a llover, y así sucede.
Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así sucede.
¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente?
¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?
Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de llegar a un acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y este te ponga en la cárcel.
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo."


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos:

Dice Jesús: “Si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer?”

Los contemporáneos de Jesús no saben interpretar sus palabras y milagros como el signo de que ha llegado el reino de Dios. Juzgan desde sus propios criterios y tienen los ojos cerrados a los signos de los tiempos.

Cristo quiere que escrutemos el tiempo, y el tiempo para Él consiste en que con su venida hemos llegado a la plenitud: «la plenitud de los tiempos”. Es una plenitud real, no imaginaria, que no hay que confundir con el fin del mundo, sino con la manifestación más clara y plena del amor de Dios por los hombres. El primer acto de amor de Dios al hombre ha sido la creación.

¿Puede el hombre pedir algo más? Lo inteligente en el hombre es ser consciente del tiempo en que vive y saber decir cada día: «gracias, Padre Dios, por tu amor tan presente y cercano».

Hoy es un buen día para contemplar sin más el amor de Dios que se nos manifiesta en los más pequeños, en los que necesitan comprensión, una caricia. Como sabiamente decía una amiga mía: Nos podemos equivocar en muchas cosas en nuestra vida, pero en lo que nunca nos equivocamos es si hacemos el bien a quien necesita ayuda. Ella decía con mucha convicción: “el que ayuda a un pobre no se equivoca”.

Siguiendo el texto del evangelio de hoy nos dice Jesús: “Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino”.

Esta comparación ilustra la urgente necesidad de reconciliarse con Dios antes de que llegue el juicio y al mismo tiempo la importancia de esta reconciliación entre las personas. El perdón que doy al hermano es el perdón que Dios me da a mí. Sólo el perdón nos lleva a la paz.

En la primera lectura san Pablo nos confía con gran sinceridad sus experiencias en la lucha por seguir a Jesús cada día y nos dice: “El bien que quiero hacer no lo hago; el mal que no quiero hacer, eso es lo que hago”. Él sabe por propia experiencia que sólo la misericordia nos abre a la esperanza: “¡Desgraciado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo presa de la muerte? Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, y le doy gracias”.

Carlos Latorre
Misionero Claretiano

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

jueves, 24 de octubre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 12,49-53


Evangelio según San Lucas 12,49-53
Jesús dijo a sus discípulos:
"Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!
Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!
¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división.
De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres:
el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".


RESONAR DE LA PALABRA

El evangelio de Lucas que hoy nos propone la liturgia habla de enfrentamientos y divisiones en las familias por causa de la fe en Jesús. Naturalmente este texto refleja situaciones que vivían algunos miembros de las comunidades cristianas, a quienes Lucas dirige su evangelio. Han abrazado con alegría y generosidad la fe, quieren seguir a Jesús con todas las consecuencias. Y de pronto se encuentran enfrentados a los seres más queridos de sus familias. Son sufrimientos muy profundos precisamente porque afectan a la relación con personas que se quieren de verdad. La fe en Jesús se convierte en una cruz dentro de la familia. Es inevitable que se den divisiones y actitudes encontradas a causa de Jesús. Ser cristiano de verdad es muy bello, pero ¡qué difícil es! Ojalá nunca se dieran esas incomprensiones familiares, pero es inevitable que puedan ocurrir.

Hay otro aspecto que quiero subrayar. Jesús dice a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!”

San Antonio Maria Claret, cuya fiesta celebramos hoy, tomó como lema de su vida: “el amor de Cristo me apremia”. Sólo desde el intenso amor que llenaba su corazón se puede explicar la dedicación tan espléndida al servicio de las comunidades cristianas de Cataluña, Canarias, Cuba, Madrid, París y Roma hasta morir desterrado en el Monasterio de Fontfroide, en el sur de Francia. 

En la oración de Laudes de la liturgia propia del santo se canta:
Claret, cristiano de fuego,
pobre, casto y compasivo,
misionero al rojo vivo,
con afanes de andariego
y ardor de contemplativo.

Claret, cristiano de fuego… Él escribe en su Autobiografía: La virtud más necesaria es el amor. Sí, lo digo y lo diré mil veces: la virtud que más necesita un misionero apostólico es el amor. Debe amar a Dios, a Jesucristo, a María Santísima y a los prójimos. Si no tiene este amor, todas sus bellas dotes serán inútiles; pero, si tiene grande amor con las dotes naturales, lo tiene todo.

Y continúa: Hace el amor en el que predica la divina palabra como el fuego en un fusil. Si un hombre tirara una bala con los dedos, bien poca mella haría; pero, si esta misma bala la tira rempujada con el fuego de la pólvora, mata. Así es la divina palabra. Si se dice naturalmente, bien poco hace, pero, si se dice por un Sacerdote lleno de amor de Dios y del prójimo, herirá vicios, matará pecados, convertirá a los pecadores, obrará prodigios.

Jesús dijo: “He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!”. San Antonio María Claret ardió con el fuego de Jesús y nos dejó a sus seguidores una gran tarea: la evangelización por todos los medios posibles para que ese amor de Dios se difunda por el mundo.

En estos días se está presentando el rodaje en España de una película sobre la vida de San Antonio María Claret, cuyo título es "pobre y a pié".

Carlos Latorre, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

miércoles, 23 de octubre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 12,39-48


Evangelio según San Lucas 12,39-48
Jesús dijo a sus discípulos: "Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada".
Pedro preguntó entonces: "Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?".
El Señor le dijo: "¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno?
¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo!
Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.
Pero si este servidor piensa: 'Mi señor tardará en llegar', y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse,
su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.
El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo.
Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más."


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos:

Si leemos atentamente el evangelio de hoy veremos que a Pedro no le quedó claro si la parábola se aplicaba solamente a todos los discípulos o más bien a los líderes de la comunidad. Por eso viene la segunda parábola que transporta la misma exigencias del “¡Estad preparados!” en el asumir las responsabilidades típicas de un animador de la comunidad, a quien Jesús llama “el administrador fiel y prudente” y que se aplica a todos los que sirven a la comunidad.

Cristo nos presenta la vida como una misión: «estar al frente de la servidumbre para darle a tiempo su ración». Venimos a la tierra para algo, y ese algo es tan importante que de él depende la felicidad eterna nuestra y de otras personas; o dicho de otro modo, la felicidad de otros será nuestra felicidad.

En el cristianismo no rige eso del «come y bebe que la vida es breve», ni el «vivir a tope», entendido como aprovechar cada instante para conseguir más placer y más bienestar egoísta.

La característica del administrador “fiel y prudente” es que sabe que los bienes no son suyos, no es tacaño ni rígido, sabe hacer que alcance para todos la comida. Éste recibirá la “bienaventuranza” de su Señor y se le concederán funciones de mayor responsabilidad en la comunidad.

Las características del administrador “infiel”: primero se descuida en la vigilancia, se da buena vida, se aprovecha de las circunstancias; luego, ya no sabe dirigir la comunidad, se pone agresivo y se olvida de los demás. Primero se olvida de sí mismo y luego de los demás. El castigo es todavía mayor.

Carlos Latorre
Misionero Claretiano

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

martes, 22 de octubre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 12,35-38


Evangelio según San Lucas 12,35-38
Jesús dijo a sus discípulos: "Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas.
Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.
¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlo.
¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!"


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos:

Estos cuatro versículos subrayan en su brevedad una actitud espiritual no siempre fácil de mantener como es la virtud de la vigilancia.

Esta llamada a la vigilancia se funda en el hecho de que la hora del retorno de Jesús es imprevisible. Un elemento constitutivo de esta espera vigilante es la actitud de servicio, especialmente para aquellos a quienes se ha confiado el cuidado de la comunidad. El amo valora tanto la vigilancia de sus criados que “se ceñirá las ropas de servicio, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirles”, reconociendo así que no sólo son dignos de confianza sino que se han convertido en su familia por su fidelidad.

Hoy día la “vigilancia” tiene especiales connotaciones sociales a las que no se refiere el texto del evangelio, pero que vale la pena tener en cuenta. De hecho las “cámaras de vigilancia” están a la orden del día para disuadir a ladrones y estafadores y cualquier contravención de la ley en el tráfico y en cualquier otra actividad social.

Ya nadie duda de que todos estamos vigilados, observados y fichados. En el paseo, en el mercado, en el autobús, en el banco, en el metro, en el estadio, en el aparcamiento, en las carreteras... alguien nos está mirando por el ojo de las nuevas cerraduras digitales. Cada uso del ordenador, de Internet o de la tarjeta de crédito deja huellas imborrables que delatan nuestra identidad, nuestra personalidad, nuestras inclinaciones. Evidentemente no nos sentimos cómodos con tanto control.

En antiguos catecismos se presentaban estampas con el “ojo escrutador” de Dios que nos controlaba: “mira que te mira Dios, mira que te está mirando”, decía el versito.

Jesús no nos habla así del Padre. El santo temor de Dios no depende de cámaras de vigilancia sino que brota de un amor tierno y filial y expresa una confianza absoluta en la misericordia del Padre.

Carlos Latorre
Misionero Claretiano

fuente del comentario CIUDAD REDONDA 

lunes, 21 de octubre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 12,13-21


Evangelio según San Lucas 12,13-21
En aquel tiempo:
Uno de la multitud le dijo: "Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia".
Jesús le respondió: "Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?".
Después les dijo: "Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas".
Les dijo entonces una parábola: "Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho,
y se preguntaba a sí mismo: '¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha'.
Después pensó: 'Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes,
y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida'.
Pero Dios le dijo: 'Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?'.
Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios".


RESONAR DE LA PALABRA 

Queridos hermanos:

"Uno de entre la gente le dijo: -Maestro, di a mi hermano que reparta conmigo la herencia”. Podemos decir que este sí que siempre es un “tema caliente” también en nuestros días, en nuestras familias. ¡Cuánto sufrimiento entre las personas que más se quieren por la ambición mal disimulada que se esconde detrás de las palabras cuando llega la hora de “repartir la herencia”! Hasta los sentimientos más sagrados se llegan a envilecer por culpa del maldito dinero.

Son frecuentes en el evangelio las advertencias de Jesús sobre el poder del dinero y las riquezas. La temática es, de hecho, prioritaria en su mensaje. La codicia es un pecado que puede alejarnos irremisiblemente de Dios. Y el dinero puede llegar a convertirse en una divinidad para muchas personas.

Jesús explica repetidamente que el dinero y las posesiones no proporcionan al ser humano la verdadera vida, la verdadera felicidad; más aún, pueden constituir un gran obstáculo para alcanzarla. Por eso advierte a aquellos que se comportan como el rico de la parábola, el cual no ha sabido enriquecerse ante Dios, sino que ha puesto toda su confianza en sus bienes y cosechas.

En el texto de la carta a los romanos Pablo reflexiona sobre la vida de fe de Abraham que “no fue incrédulo, sino que se hizo fuerte en la fe”. En su conducta y ejemplo aprendemos los creyentes tanto del judaísmo como del cristianismo y del islam la radicalidad de la fe. Este santo patriarca nos marca el camino seguro para llegar hasta el ÚNICO NECESARIO, el Dios de las Promesas.

Termino enviando un cordial saludo a todos los que comenzáis vuestro día o lo termináis con la lectura del evangelio del día. Como me escribía un amigo: En fin, Carlos, Dios Nuestro Padre cada día que pasa siento que está más cerca de mí en todos los momentos de mi vida y no pierdo mi paz interior que es muy importante con la lectura del Evangelio diario a la que ya me he acostumbrado.

Tengo el privilegio de vivir en la CASA MUSEO de los MÁRTIRES que se ha construido sobre el antiguo seminario de los Claretianos en Barbastro. Hablo de privilegio porque aquí conservamos los recuerdos y las reliquias de los 51 MISIONEROS CLARETIANOS MÁRTIRES, el “Seminario Mártir” del que habló el Papa Juan Pablo II. Ante estos intercesores, héroes de la fe, os encomiendo a todos los lectores de esta web de ciudadredonda. Son muchos los peregrinos que nos visitan. La gran celebración de Tarragona con la Beatificación de 522 Mártires actualiza una vez más nuestro canto agradecido al Padre que nos ha regalado tantos testigos heroicos.

Carlos Latorre
Misionero Claretiano

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

domingo, 20 de octubre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 18,1-8

Evangelio según San Lucas 18,1-8
Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse:
"En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres;
y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: 'Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario'.
Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: 'Yo no temo a Dios ni me importan los hombres,
pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme'".
Y el Señor dijo: "Oigan lo que dijo este juez injusto.
Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar?
Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?".


RESONAR DE LA PALABRA

Hay que orar siempre

La gente sencilla, los cristianos de a pie, tienen en la oración de petición una de sus principales armas a la hora de relacionarse con Dios. Vayamos a donde vayamos, encontraremos a personas sencillas, pobres, sin muchos estudios quizá, que se arrodillan delante del sagrario o delante de una imagen en la Iglesia y levantan los ojos a lo alto mientras que con sus labios musitan una oración mil veces repetida. Muchas veces acompañan ese gesto encendiendo una vela y dando una limosna. Dan de lo poco que tienen. La vela extiende la presencia de la oración aunque la persona se tenga que ir a sus quehaceres. Y le piden a Dios o a la Virgen de... una de las muchas advocaciones que hay en nuestros pueblos, que atienda esto o lo otro, que escuche su oración, que consuele sus penas, que ayude al hijo o a la hija, que conceda la salud, que proteja a la familia. Son muchas las oraciones que se elevan cada día a Dios. Algunas de esas personas ni siquiera van mucho a misa ni participan en los sacramentos. Pero saben a dónde recurrir cuando se ven con un problema que está más allá de sus posibilidades. 

Algunos han despreciado esa oración sencilla de tantos hombres y mujeres. ¡Inmenso error! Esa oración denota una confianza enorme en Dios, en el que todo lo puede. Esas personas suelen ser constantes en su oración, independientemente de que suceda lo que piden que suceda o no. Dios es su punto de referencia continua y no deja de serlo. Quizá es que esas personas han comprendido perfectamente lo que hoy dice Jesús en el Evangelio a sus discípulos. Hay que orar incesantemente, hay que orar sin desanimarse. La comparación entre el juez de la parábola y Dios es clarísima. Los hombres conocemos la corrupción. El juez hace justicia sólo para evitar ser molestado. Pero Dios no es como el juez. Dios es Padre. Dios nos ha creado y nos ha elegido para la vida. ¿No hará justicia Dios a sus elegidos? ¿Es que su amor por ellos no es real? Por eso hay que confiar en él. Esa confianza forma parte esencial de la fe. Sólo el que confía de verdad cree realmente. En el silencio de Dios que a veces nos envuelve, hay que mantener la fe y la confianza. 

Una vez hace años conocí a una mujer que estaba gravemente enferma. Llevaba así prácticamente toda la vida. De médico en médico, de hospital en hospital y de operación en operación. Su cuerpo estaba realmente deteriorado y sufría por ello graves dolores e incomodidades. Era impresionante oírle decir que “estoy convencida de que Dios me ama muchísimo, aunque sea de una forma un poco rara”. Y lo que decía, lo vivía. Eso es vivir la fe y no desanimarse nunca. 

Para la reflexión

¿Cómo es mi oración? ¿Con qué frecuencia me pongo en la presencia de Dios, le abro mi corazón y le pido por mis necesidades, las de mi familia y amigos y las del mundo? ¿Creo de verdad en que esa oración es escuchada? ¿Soy perseverante en la oración?
Fernando Torres cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

sábado, 19 de octubre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA . Evangelio según San Lucas 12,8-12


Evangelio según San Lucas 12,8-12
Les aseguro que aquel que me reconozca abiertamente delante de los hombres, el Hijo del hombre lo reconocerá ante los ángeles de Dios.
Pero el que no me reconozca delante de los hombres, no será reconocido ante los ángeles de Dios.
Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
Cuando los lleven ante las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir,
porque el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos:

"Como todo depende de la fe, todo es gracia". No sé qué es más difícil, aceptar que todo depende de la fe o que todo es gracia... No sé qué nos hace más bien, saber que todo depende de la fe o que todo es gracia... Quizá sólo desde ahí podemos esperar contra toda esperanza, como nuestro padre Abraham.

Sólo se espera lo que no se posee, lo que no se ha logrado. Sólo podemos esperarlo si con humildad reconocemos nuestra indigencia, nuestra necesidad, nuestro vacío... Esperamos lo que deseamos de todo corazón. Todo es gracia. ¡Ay si os creyéramos esto! No viviríamos tan preocupados de “lo que vais a decir, o de cómo os vais a defender, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir”.

Reconozco que me falta fe y sobre todo, me falta esperanza; quizá porque me falta amor, porque tantas veces no sé amar bien, bien, bien. Aunque bien mirado, quién sabe si como escribió Charles Péguy, nuestra fe y amor son tan pobres porque no cuidamos nada a la pequeña esperanza… Que la poesía nos lo diga al corazón, allí donde el Espíritu Santo no deja de regalarnos el gesto y la palabra oportunos… siempre que le esperamos:

(…) Lo que me asombra, dice Dios, es la esperanza,
y no salgo de mi asombro.

Esta pequeña esperanza que parece una cosita de nada,
esta pequeña niña esperanza,
inmortal.

Porque mis tres virtudes, dice Dios, mis criaturas,
mis hijas, mis niñas,
son como mis otras criaturas de la raza de los hombres:
la Fe es una esposa fiel,
la Caridad es una madre, una madre ardiente, toda corazón,
o quizá es una hermana mayor que es como una madre.

Y la Esperanza es una niñita de nada
que vino al mundo la Navidad del año pasado
y que juega todavía con Enero, el buenazo,
con sus arbolitos de madera de nacimiento,
cubiertos de escarcha pintada,
y con su buey y su mula de madera pintada,
y con su cuna de paja que los animales no comen porque son de madera.
Pero, sin embargo, esta niñita esperanza es la que
atravesará los mundos, esta niñita de nada,
ella sola, y llevando consigo a las otras dos virtudes,
ella es la que atravesará los mundos llenos de obstáculos (…)

Por el camino empinado, arenoso y estrecho,
arrastrada y colgada de los brazos de sus dos hermanas mayores,
que la llevan de la mano,
va la pequeña esperanza
y en medio de sus dos hermanas mayores da la sensación
de dejarse arrastrar
como un niño que no tuviera fuerza para caminar.
Pero, en realidad, es ella la que hace andar a las otras dos,
y la que las arrastra,
y la que hace andar al mundo entero
y la que le arrastra (…)”

Rosa Ruiz, rmi

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viernes, 18 de octubre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 10,1-9


Evangelio según San Lucas 10,1-9
El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.
Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.
¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.
No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'.
Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.
Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.
En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan;
curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'."


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos:

Imagínate por un momento, que tú pudieras reescribir la primera lectura de hoy, tomada de la segunda carta a Timoteo, bajando a detalles tan humanos y cotidianos como hizo su autor… ¿Qué dirías? ¿A quién estaría destinada? ¿De qué o de quién querrías advertir?

"Querido/a ...X..., tal persona me ha hecho daño, ten cuidado con ella... No-sé-quien siempre me trató bien y es una persona fiel... Con este otro no te podría decir porque desapareció en cuanto las cosas se pusieron feas y apenas le conocí... En tal historia no te entretengas mucho, no merece la pena… "

Ciertamente, de vez en cuando, nos vendría muy bien hacer un ejercicio de este tipo. En el fondo, es echar un vistazo a mi vida, a mi entorno, a mis alegrías y desvelos… Es un ejercicio de lucidez, de creación (por eso de aprender a poner nombre a lo que vivimos y atrevernos a decírnoslo en voz alta para que “exista”…), un aprendizaje de puesta a punto del alma para seguir amando y esperando y creyendo… Cada vez un poquito más, si es posible. Se trata de des-velarnos el alma de vez en cuando, a fuerza de rehacer la propia lista de heridas y consuelos, de bendiciones y maldiciones recibidas. Pero eso sí, queriendo ver como Dios lo mira, queriendo leerla vida como Dios la lee. Y aún así, lógicamente, daremos nuestro tono particular al relato. Contaremos el paso de Dios por nuestra vida, pero a nuestro estilo, con el aire que Dios Padre nos ha dado a cada uno.

Esto se ve muy bien en los evangelios. Cada evangelista, testigo de un mismo acontecimiento y cada uno contándolo como es él, como es su comunidad de referencia, su lugar geográfico, sus destinatarios… ¡Que belleza contemplar una y otra vez que Dios se toma en serio la encarnación de una vez por todas y en todo!
La fiesta de hoy, recordando al evangelista Lucas, es un buen motivo para contemplarlo. Patrón de artistas y médicos, especialmente sensible a los más pequeños y pobres, a las mujeres del Evangelio, a la vida del Espíritu… Ese fue su don... Él, como tantos otros y otras, también fue enviado como cordero en medio de lobos… Tú y yo, aquí seguimos… en el ese mismo empeño por llevar un poco de paz a los demás, por acercar un poco el Reino. Un escrito del siglo II, el Prólogo antimarcionista del Evangelio de Lucas, le describe así: “Lucas, un sirio de Antioquía, de profesión médico, discípulo de los apóstoles, más tarde siguió a San Pablo hasta su confesión (martirio). Sirvió incondicionalmente al Señor, no se casó ni tuvo hijos. Murió a la edad de 84 años en Beocia, lleno de Espíritu Santo”.

Ojalá vivamos de tal manera, que también de nosotros se pueda escribir que servimos incondicionalmente al Señor, más allá del trabajo que hacemos, la vocación que vivimos o la edad que tengamos.

Rosa Ruiz, rmi

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jueves, 17 de octubre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 11,47-54


Evangelio según San Lucas 11,47-54
Dijo el Señor:
«¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado!
Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros.
Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos.
Así se pedirá cuanta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo:
desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto.
¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden.»
Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas
y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.


RESONAR DE LA PALABRA 

Queridos hermanos:

La Iglesia hace hoy memoria de San Ignacio de Antioquia, obispo y mártir. Un hombre que supo hacer de su particular recorrido hacia el martirio una escuela personal y comunitaria para acercarse más a Dios y, sobre todo, para ser cada vez más discípulo, más cristiano. Así termina una de sus cartas más famosas: “Soy trigo de Dios, y he de ser molido por los dientes de las fieras, para llegar a ser pan limpio de Cristo… Ahora empiezo a ser discípulo”.

Y además, hoy 17 es el día mundial para la erradicación contra la pobreza. Sería raro orar con la Palabra de Dios hoy sin dejarnos interpelar por esto: “Sí, os lo repito: se le pedirá cuenta a esta generación”.

La primera lectura de Pablo nos presenta una eterna pregunta, solo aparente elección; ¿la fe o las obras? En ningún lugar San Pablo lo presenta como una disyuntiva, ¡al contrario! La fe, se muestra por las obras, pero que ingenuidad sería pensar que por puras obras movemos el mundo o ganamos el beneplácito de Dios… Y, sin embargo, lo tenemos metido dentro!

Sólo Dios es Dios. Todo es gracia. También mis obras, mi libertad, mi deseo de empeñar mi vida por quienes más lo necesitan. Hoy es un buen día para no quebrar la vida e impedir que nuestra fe y oración vaya por un lado y nuestras obras por otro. NO echemos balones fuera. Será juzgada “esta” generación, cada una de ellas, la “nuestra, la de quien se acerca a leer el Evangelio siglo tras siglo, porque cada uno de nosotros es responsable en su momento de lo que puede hacer. Optar por los pobres en Cristo, no puede ser solo una pose espiritual; luchar contra la pobreza no puede ser sólo un sentimiento piadoso o una estrategia de partido.

Rosa Ruiz, rmi

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